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La promesa de recibir respuesta

“Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.” 1ª Juan 3:21, 22

Para Juan el apóstol, la oración es el ejercicio de sintonizarnos con la voluntad de Dios.

Juan, como discípulo de nuestro Señor Jesús y al haber estado presente en sus enseñanzas, hace eco de aquellas palabras de nuestro maestro en el Sermón de la montaña: “Venga tu reino, hágase tu voluntad”

La primera característica que Juan resalta en su enseñanza es la confianza en Dios, contrastada con la reprensión que nuestro corazón haría si no estamos sintonizados con los mandamientos de nuestro Padre celestial. Esa confianza se genera por poner en práctica los mandamientos de Dios. Dicho en otras palabras: confiar en Dios implica entender y atender sus mandamientos que nos llevan a agradarle.

El resultado de esa sintonía con la voluntad de Dios es que recibiremos de Él lo que le pidamos. Antes de pedir debemos saber qué cosas son las que le agradan a nuestro Padre Celestial. A continuación mencionamos algunas:

Dar vida eterna a través de su Hijo Jesucristo. (Jn. 6:40)
Separarnos para sus propósitos que nos exigen crecimiento. (1ª Tes. 4:3)
Que sus hijos seamos maduros y agradecidos. (1ª Tes. 5:18)
Que haciendo el bien silenciemos a quienes hablan mal de. (1ª Pe. 2:15)

Peticiones de oración

Cuánta confianza tiene usted al orar, si no la tiene acérquese a Dios.

Cuánto de la voluntad de Dios está usted practicando.

Experimente la voluntad de Dios, decida hoy y recibirá respuesta

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¿Cuánto debemos orar?

“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con
toda perseverancia y súplica por TODOS los santos…” Efesios 6:18

Si abordamos nuestro tema desde la perspectiva de la cantidad, debemos reconocer que la Biblia no nos marca cantidad de tiempo para orar, pero establece la verdad fundamental de la actitud con la que debemos considerar el tema de la oración.

Todo tiempo, toda oración y toda perseverancia.

Considerando que la oración es el medio por el cual los hijos de Dios nos sintonizamos con el plan de Dios para nuestra vida, buscando: “Dirección, Fortalecimiento y Desarrollo”, entonces, ese enfoque debemos aplicarlo a la vida en familia.

La familia, en un sentido, es la extensión de la vida de fe, de los padres que entendieron que Dios los llamó a extender el reino de los cielos en la tierra. La respuesta a ese llamado los direcciona a caminar la fe de tal manera que dejen muy clara esa huella en los hijos.

Los padres deben ser útiles a ese propósito, pero sus hijos deben continuar esa línea de acción,
potenciando esfuerzos, añadiendo recursos, evidenciando el servicio.

El verbo “velar” apela a no dormir y contrasta con la pereza natural del hombre con respecto a los asuntos espirituales diseñados por Dios. Por la condición caída, el ser humano no discierne la primacía de lo espiritual, tampoco invierte en ello, ni se esfuerza por atender esa área. Es el Espíritu de Dios quien hace nacer esa vida nueva, esa realidad, ese proyecto. Usted y yo ya estamos en el proyecto y no podemos negarlo. Hacerlo sería negar la fe.

Peticiones de oración
Revise como creyente su actitud en cuanto al tema de orar.
Evalué cuánto impacto de fe ha causado en otras personas.
Haga un plan familiar de oración que cultive buena actitud hacia ello.

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La adversidad, una oportunidad para crecer

Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Romanos 12:12 (NVI)

Cuando nos toca pasar por la adversidad, respondemos de diferentes formas y maneras.

Es por eso que el apóstol Pablo nos recuerda: “Amados hermanos, están ustedes afrontando muchas dificultades y tentaciones, alégrense porque la paciencia crece mejor cuando el camino es escabroso, déjenla crecer, no huyan de los problemas.

Porque cuando la paciencia alcanza su máximo desarrollo, uno queda firme de carácter, perfecto, cabal, capaz de afrontar cualquier circunstancia.”

En una ocasión aconsejé a una pareja que estaban viviendo problemas económicos, y recordé el amor de Dios una vez más en mi vida y en la de mi familia, a través de esta experiencia.

Hace unos años atrás, mi esposo y yo decidimos trasladarnos a Quito, donde establecimos nuestra residencia por una oferta de empleo, era nuestra oportunidad de explorar experiencias nuevas.

No sabíamos que esta decisión nos traería un alto precio que pagar, puesto que la adversidad llegó y nos tocó enfrentarla con mucho dolor y sufrimiento.

Como una pareja joven e inmadura que éramos, nos dimos el lujo de disfrutar de comodidades que nos hacían perder el horizonte en nuestra administración financiera, no escatimábamos los gastos, estábamos confiados y seguros que esta situación no iba a durar mucho.

Pero llegó la hora de la verdad, eso que habíamos construido en terreno de arena se desvaneció, llegando la confrontación y la vergüenza. Es entonces, en esos momentos de desesperación, volvimos nuestros ojos a Dios pidiendo auxilio y socorro, nuestro ruego llegó y Él vino al rescate.

Nuestra experiencia sin duda me enseñó a confiar en Su providencia, a depender y a permanecer más tiempos a solas en su presencia. Me mostró Su amor y Su protección; fueron los momentos más difíciles y más largos que me ha tocado vivir.

Pero también los más gratificantes y valiosos, porque fue allí donde aprendí a conocer a un Dios sobrenatural.

Peticiones de oración

Que Dios forme su carácter en nosotros y nos permita ser una familia conforme a su corazón.

Aprovechemos las adversidades y aprendamos de ellas.

En medio de la adversidad, no perdamos la confianza en el Señor

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La oración trae sanidad y libertad


“Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean
sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.” Santiago 5:16

Las heridas pueden causar en un individuo problemas emocionales y psicológicos que sólo Dios puede sanar. Éstas ponen en cautiverio a la persona, pero el deseo de Dios es sanarle, así lo menciona Isaías 61:1-3 “Sanar a los quebrantados de corazón”.

La sanidad interior abarca la curación de las emociones y sentimientos dañinos que traen depresión, ansiedad, angustia y falta de paz, debido a los recuerdos dolorosos no sanados que distorsionan también los pensamientos.

Algunos años atrás, después de participar como expositora en una conferencia acerca de sanidad del alma, conocí a una señorita que asistió a dicho evento, luego de dialogar me pidió una cita para tratar su caso. Estaba muy afligida porque tenía a su madre enferma de cáncer. Fui a visitarla a su casa y encontré a la señora acostada, agonizando y esperando su muerte.

Ella no podía partir sin antes perdonar, la angustia que presentaba tenía un nombre, “Julia” (nombre ficticio). Ella era su madre, con quien vivió resentida durante muchos años.

Mientras la joven oraba, yo tomé el papel representativo de Julia, para pedirle perdón simbólicamente. En la tarde, la joven llamó a mi casa para contarme que su madre le había dicho: “Hija ya me puedo ir en paz, al fin pude perdonar a tu abuela”. La señora murió al siguiente día, quedando libre de las ataduras del pasado que la atormentaban.

Este acto no hubiera sido posible, sin la oración y la confesión de pecados, la hija clamó a Dios por la sanidad y liberación de su madre, y el Señor le concedió las peticiones de su corazón.

¿Estás enfermo o enferma? ¿Necesitas sanidad? Clama a Dios y Él te responderá, y te sanará de todas tus dolencias.


Peticiones de oración
• Por sanidad interior de todos los miembros de nuestra familia.
• Por la reconciliación y restauración de relaciones rotas por causa de las heridas del
pasado.
• Que Dios nos otorgue siempre un corazón perdonador.

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No tengan miedo, yo los ayudo


“No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo,
siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10

Este es mi versículo favorito, lo repito cada vez que el temor quiere invadir mi ser.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua. El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.

Una niña de cinco años llegó a mi consultorio acompañada de su madre. La pequeña tenía pesadillas que no la dejaban dormir. Se había recurrido a diferentes métodos para lograr aplacar la ansiedad que presentaba, se le facilitó el uso de la luz en su habitación, luego se quedaba en la alcoba de sus progenitores, etc.

Había pasado por varios especialistas, pero la situación no mejoraba. Sus padres eran cristianos, pero no tenían el hábito de orar junto a ella. Les pedí que le compraran una Biblia ilustrada para niños y que todas las noches le leyeran en su habitación el Salmo 4:8 “En paz me acostaré, y asimismo dormiré, porque sólo
tu Jehová, me haces vivir confiado “, después tenían que orar juntos.

Estas acciones eran repetidas cada noche hasta que logró hacerse un hábito. Al poco tiempo la madre
me llamó emocionada compartiéndome la buena noticia: ¡La niña había superado sus miedos!. Ellos aprendieron la lección acerca de la importancia de cultivar y empoderar una vida de Fe en nuestros hijos y en la familia.

¡La oración tiene el poder para destruir todo temor, si tan solo hacemos uso de ella!

“No se inquieten por nada, más bien en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios, y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7 (NVI)

Peticiones de oración


Crear conciencia sobre la importancia que tiene la oración en nuestra vida de Fe.
Fomentar los devocionales familiares.
Orar por un crecimiento espiritual a nivel de toda la familia.

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Dejando huellas imborrables

“Nosotros todos, pero especialmente los jóvenes, necesitamos a nuestro alrededor, individuos que tengan una cierta nobleza, una grandeza de alma y cualidades de experiencia humana que valen la pena imitar.” WILLIAM J BENNET

El escritor J. Hampton, en su artículo “Características de la Madurez Cristiana”, menciona que un cristiano maduro es un modelo a seguir, un hacedor de la paz, alguien que influencia a los demás en forma positiva, de acuerdo a los patrones bíblicos. Sin modelos y estándares bíblicos y divinos, somos lanzados a un océano tempestuoso que solo arroja cieno y lodo.

Tengo la gracia de ser una hija de Dios por los testimonios y enseñanzas de mis abuelos maternos. Ellos han sido mis padres espirituales a quienes les debo una parte de lo que soy. Recuerdo momentos maravillosos donde impartían el conocimiento de la Biblia, nos exhortaban a buscar y amar a Dios más que a nadie en este mundo.

Cantábamos, orábamos juntos y nos regocijábamos en Él. Vivíamos una fiesta espiritual aquí en la tierra, definitivamente marcaron toda mi vida. Hoy puedo dar Fe, que este acto noble de amor que ellos hicieron por nosotros, dio sus frutos en abundancia, pues el noventa por ciento de nuestra familia materna, ha sido alcanzada para Cristo y de esos frutos hay pastores, misioneros, evangelistas y maestros para la gloria de nuestro Dios.

Sin duda, hay una generación que pide a gritos modelos a seguir. Basta ya de ver niños, adolescentes y jóvenes siguiendo prototipos errados. Nuestra responsabilidad como hijos de Dios es involucrarnos en este proceso de transformación que el Señor desea para la humanidad, tú y yo somos llamados a interceder por una niñez y adolescencia que ame y honre a Dios, con todo su corazón.

Los invito a ser buenos modelos, cultivemos en nuestra familia nuevos hábitos y estilos de vida, reflejando el carácter de Cristo. Solo así, podremos declarar con autoridad lo que un día Pablo dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” (1 Corintios 11:1)

Peticiones de oración

  • Que Dios ponga en nosotros el deseo, no sólo de ser, sino también de parecer un cristiano.
  • Dios levante una nueva generación que imparta modelos divinos.
  • Por consagración e integridad familiar
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¡Padres, instruyan a sus hijos en el camino de la fe, y no se desanimen!

Educa a tu hijo desde niño, y aún cuando llegue a viejo seguirá tus enseñanzas.
Proverbios 22:6 (Biblia ISHA)

Ser padres en un mundo como hoy es una tarea muy desafiante. Constantemente estamos buscando nuevas formas de aprendizaje que nos ayuden a mejorar. Katie Luce, en su devocional de la “Biblia Mujer con Propósito”, dice que la crianza es instruir e inspeccionar lo que se ha enseñado.

Esto significa construir y modelar el corazón y la conciencia de un niño. Formar el carácter moral requiere de tiempo, trabajo, sacrificio y persistencia, esto es un proceso que no ocurre en el lapso de la noche a la
mañana.

Todo esfuerzo tiene su recompensa, las malas noches que pasamos cuando escuchábamos llorar a nuestros hijos cuando eran bebes, y aun, cuando ya crecieron y se hicieron adolescentes, y desafiaron nuestra autoridad, podrían ser éstos, motivos de desánimo y desmotivación, en nuestra tarea de educar. Dios ve nuestros sacrificios, Él nos escogió a los progenitores para bendecirlos, por lo tanto, nuestra tarea es orar y creer lo que las escrituras nos dicen en cuanto a ellos.

Seamos valientes y cultivemos siempre el amor a Dios, guardando en todo momento las enseñanzas impartidas, las mismas que nunca desaparecerán, aún cuando se aparten del camino, ellos regresarán porque la Palabra del Señor fue implantada en sus corazones y es entonces que veremos los frutos y así podremos proclamar: “Grandes cosas ha hecho Jehová, me alegraré y me regocijaré en Él.”

Peticiones de oración
– Sabiduría para seguir impartiendo las enseñanzas de Jesús
– No perder el gozo del Señor cuando vengan las adversidades
* Ser constantes y genuinos en lo que enseñamos.

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Un matrimonio que ora junto, es un matrimonio que vive en victoria.

“Orad sin cesar, dad gracias en todo.” 1 Tesalonicenses 5:17

No cabe duda que el matrimonio es una bendición que viene de Dios, y Él desea que por siempre predomine la unidad.

En una de las conferencias del ministerio Family Life, el autor del tema “Construyendo matrimonios que duren para Siempre”, relata la historia de una pareja cristiana que luchaba a diario por mantenerse unida. Ellos se habían dado cuenta que poco a poco se iba apagando la llama de su amor y como consecuencia de esto se estaban distanciando.

En el retiro que les tocó vivir, “Un Fin de Semana para Recordar”, se percataron que llevaban heridas muy profundas, emocionales y espirituales que sólo el Señor podía sanar.

Esta pareja recuerda claramente las palabras del expositor cuando les decía, la Unión Matrimonial es un proceso para toda la vida que requiere que dependamos de Dios y forjemos una relación duradera según su diseño. Es mucho más que una simple mezcla de dos seres humanos. Es una fusión del cuerpo, alma y espíritu.

Pero esta fusión solo se logrará cuando le permitamos a Dios ser el centro de nuestro hogar, matrimonio y familia.

Esta experiencia, se parece un poco a la mía, cuando un día mi esposo y yo, decidimos renovar nuestro Pacto Matrimonial en un retiro de parejas, llamado ALMA, donde reafirmamos nuestros votos y nos consolidamos como matrimonio.

Sin duda, esta ceremonia nos recordó a Parrish y a mí, que Dios seguirá edificando nuestra relación, desde el momento en que aprendamos a serle fieles y constantes en la Oración. Entendí entonces. “QUE UN “MATRIMONIO QUE ORA JUNTO, ES UN MATRIMONIO QUE VIVE EN VICTORIA” ¡Amén!

Peticiones de oración

• Transparencia en la relación conyugal
• Fortalecimiento de los lazos de amor en

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Una familia que ora unida, permanece unida.

“La familia está llamada a ser templo, o sea casa de oración, una oración sencilla,
nos llena de esfuerzo y ternura. Una oración debe hacerse vida, para que toda la vida
se convierta en oración.” JUAN PABLO II


La familia está conformada por un grupo de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común. Están ligados con fuertes sentimientos de pertenencia, donde se apoyan, se sostienen y se animan los unos con los otros.

Hace un tiempo atrás fui maestra de la Escuela Dominical, enseñaba a niños de entre seis y ocho años, y en una clase les abordé el tema de la familia. La dinámica era compartir las diferentes situaciones y experiencias que les tocaba vivir a cada uno de ellos con relación a su vida familiar.

Algunos mencionaban con alegría que sus padres eran personas que los respetaban y los amaban mucho, y que oraban con ellos y por ellos. Otros en cambio, con tristeza y con lágrimas, decían que los agredían y los lastimaban constantemente y que nunca los vieron orar por ellos.

Historias como estas son las que a diario se repiten en diferentes hogares, y esto nos recuerda que cada uno de nosotros tenemos responsabilidades y roles que cumplir. Los hijos: obedecer, dejarse orientar y guiar por sus padres. Los padres: guiar bien a los hijos y precautelar su integridad.

Es en la familia donde se cultivan los valores y los buenos hábitos, por lo tanto es allí donde debería iniciarse nuestra primera experiencia con Dios. Orar juntos, leer la Palabra, hará de nosotros, una familia fuerte, y con bases firmes y saludables para esta generación y para las venideras.

LA VIDA DE FE, EMPIEZA EN CASA

Peticiones de oración
• Pidamos al Señor por la unidad familiar.
• Oremos por un avivamiento y despertar espiritual al interior de la familia.
• Clamemos a Dios por sanidad integral.

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Combate el temor con la Oración

“Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio”.                                                                               2 Timoteo 1:7 NVI

Cuando el temor se apodera de nosotras, nos quedamos paralizadas, es como ver cara a cara a un gigante con el cual no podemos batallar, el temor ataca a todos, sin discriminación de género y edad.  Como madres podemos sentir temor en diversas situaciones relacionadas con nuestros hijos y con nosotras mismas, principalmente cuando se apodera esa sensación de incapacidad, para poder guiar y formar a nuestros hijos de una manera eficiente.

Recordemos que el temor no proviene de Dios, es una forma en que el enemigo nos ataca y nos limita a ver hacia delante. El temor NO es real, es un convencimiento falso que parece verdadero. No aceptemos los temores que provienen del enemigo, cerremos la puerta con la oración.

El miedo nos debilita, mas Dios nos fortalece cuando mantenemos una continua comunión con ÉL en oración.

Dios nos ha dotado de un Espíritu de valentía, de amor y dominio propio, usemos estos poderosos recursos y seamos valientes en presentar nuestros temores en la intimidad con el Señor, con la seguridad de que al ORAR el poder se libera en contra de nuestros pensamientos de mal, de temor y de frustración.