“Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio”. 2 Timoteo 1:7 NVI
Cuando el temor se apodera de nosotras, nos quedamos paralizadas, es como ver cara a cara a un gigante con el cual no podemos batallar, el temor ataca a todos, sin discriminación de género y edad. Como madres podemos sentir temor en diversas situaciones relacionadas con nuestros hijos y con nosotras mismas, principalmente cuando se apodera esa sensación de incapacidad, para poder guiar y formar a nuestros hijos de una manera eficiente.
Recordemos que el temor no proviene de Dios, es una forma en que el enemigo nos ataca y nos limita a ver hacia delante. El temor NO es real, es un convencimiento falso que parece verdadero. No aceptemos los temores que provienen del enemigo, cerremos la puerta con la oración.
El miedo nos debilita, mas Dios nos fortalece cuando mantenemos una continua comunión con ÉL en oración.
Dios nos ha dotado de un Espíritu de valentía, de amor y dominio propio, usemos estos poderosos recursos y seamos valientes en presentar nuestros temores en la intimidad con el Señor, con la seguridad de que al ORAR el poder se libera en contra de nuestros pensamientos de mal, de temor y de frustración.