“¿Porque se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura salto de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor” Lucas 1:43-45
En esta porción Bíblica hay que desmenuzar algunas verdades y reconocer al Salvador con la guía del Santo Espíritu de Dios, revisemos la situación. María había concebido, es decir quedó embarazada, pero no había tenido relación con ningún hombre, ya que el acto de engendrar fue dado por el Espíritu Santo. Es decir, que la formación del nuevo ser fue de una manera inusual, aunque su proceso de crecimiento en el útero y del nacimiento fue igual al proceso de natural.
Segundo, el Espíritu Santo trabajó en el corazón, mente y acciones de José, el cual estaba desposado con María. ¡Qué trabajo el que hizo el Espíritu Santo con José!, para lograr todo lo que logró, y es que definitivamente para DIOS no hay nada imposible.
María visita su prima Elizabeth y al llegar es nuevamente sorprendida, ya que el saludo de su prima lleva un mensaje muy profundo y un reconocimiento de vida eterna ¿Cómo sabía Elizabeth que María estaba embarazada y que ahí venia el Salvador y dador de la vida eterna? Es sorprendente este reconocimiento ¿Quién estableció esta relación?
Solo existe una respuesta, ya que, quien dio toda esta información fue el Espíritu Santo.
Elizabeth, quien también estaba embarazada, manifestó que su criatura saltó de alegría, por la agradable visita de su familiar. Hay alegría por la revelación que el Espíritu Santo le otorgó, hay alegría por el reconocimiento del Salvador, ya que ella dice: “La madre de mi Señor, la madre de mi Dios”, y luego confirma la profecía, porque se cumplirá lo dicho por Jehová. ¡Qué tremenda visita! Quiero decirte que el Espíritu Santo quiere visitarte ahora, permite que ingrese, y que al igual que Elizabeth y su hijo Juan, saltes de alegría en reconocimiento de Jesucristo, el Salvador.
Peticiones de oración
Por nuestra Familia Espiritual.
Oremos por la relación permanente con DIOS