“Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva, pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso, Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.” Lucas 1: 46-50
En esta porción de la Palabra de Dios, encontramos el reconocimiento de María hacia su Señor y Salvador. Ella está muy consiente que la persona que está en su vientre es Cristo, el Salvador. María siempre tuvo claro su rol en este proceso instaurado por el Todopoderoso.
Nunca dudó de las cosas que pasaron a su alrededor, el Espíritu Santo le generó seguridad y ella cumplió la tarea de manera excelente, tarea digna de una madre y digna de una hija de Dios, escogida con un propósito especial. Luego ella reconoce su situación y menciona una condición de bajeza, esta condición no se refiere a algo malo de su persona, o de sus actos, sino a que el Creador del universo se haya fijado en alguien común como ella.
Dios utiliza el núcleo de la sociedad, que es la familia para que se cumplan las profecías contenidas en las Escrituras.
En Jesucristo hay el cumplimiento de cientos de profecías.
Y en este plan la familia tiene un rol a perpetuidad. Nuevamente la oración y la relación se juntan, para decirle al mundo que sí hay esperanza, que viene un Salvador, nacido dentro de una familia y que quiere una relación para siempre. Hay que reconocer la obediencia, sencillez, gratitud, humildad y trabajo de María y José, la decisión de ellos por mantener la familia que siempre quisieron y ahora más, sabiendo que son parte de un Proyecto Divino.
Dios sigue haciendo lo mismo hoy, queriendo entrar en cada hogar y en cada miembro, para que obedezcan el direccionamiento de Dios y busquen la santidad, de tal manera que los que no tienen una relación con el Todopoderoso, vean el ejemplo y sepan que tenemos un Dios real y vivo.
Peticiones de oración
Para tener claro el mensaje que debemos trasmitir cada día.
Oremos para que nuestras acciones sean coherentes con lo que creemos.
Para caminar en el sendero de la Santidad.