“No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo,
siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10
Este es mi versículo favorito, lo repito cada vez que el temor quiere invadir mi ser.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua. El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.
Una niña de cinco años llegó a mi consultorio acompañada de su madre. La pequeña tenía pesadillas que no la dejaban dormir. Se había recurrido a diferentes métodos para lograr aplacar la ansiedad que presentaba, se le facilitó el uso de la luz en su habitación, luego se quedaba en la alcoba de sus progenitores, etc.
Había pasado por varios especialistas, pero la situación no mejoraba. Sus padres eran cristianos, pero no tenían el hábito de orar junto a ella. Les pedí que le compraran una Biblia ilustrada para niños y que todas las noches le leyeran en su habitación el Salmo 4:8 “En paz me acostaré, y asimismo dormiré, porque sólo
tu Jehová, me haces vivir confiado “, después tenían que orar juntos.
Estas acciones eran repetidas cada noche hasta que logró hacerse un hábito. Al poco tiempo la madre
me llamó emocionada compartiéndome la buena noticia: ¡La niña había superado sus miedos!. Ellos aprendieron la lección acerca de la importancia de cultivar y empoderar una vida de Fe en nuestros hijos y en la familia.
¡La oración tiene el poder para destruir todo temor, si tan solo hacemos uso de ella!
“No se inquieten por nada, más bien en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios, y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:6-7 (NVI)