“Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Juan 11:40 RV1960
Jesús llega a Betania, allí el panorama es verdaderamente gris. Su amigo Lázaro tiene cuatro días de haber fallecido y sus hermanas están muy afligidas. Gran parte del pueblo había asistido al lugar tratando de dar consuelo y apoyo. María permanece en casa, pero Marta sale al encuentro del maestro.
Ella corre en busca de su gran amigo, de aquel consejero y compañero de batallas que caminó mucho tiempo junto a su difunto hermano y al resto de su familia.
Marta esperaba escuchar una palabra de aliento en ese momento de dolor, pero nunca se imaginó que iba a ser testigo de un evento tan maravilloso que iba a pasar a la historia y lo conocería toda la humanidad. ¡Estaba a punto de presenciar un milagro!
La incredulidad es un mal que persigue al ser humano, nos acosa diariamente, y si le damos la oportunidad termina dominándonos por completo.
Muchas bendiciones hemos perdido, estando muy cerca de obtenerlas, solo por el simple hecho de no haber creído que era posible lograrlo. La incredulidad no proviene de Dios, sino del enemigo que nos acecha, que trata de desviar y apagar nuestra fe.
Ningún pasaje en la Biblia respalda la acción de no creer, más bien la reprocha como algo indebido. Por otro lado, la Palabra de Dios felicita a los que aun sin ver, toman la decisión de creer (Jn 20: 29).
Creer ciegamente es una experiencia sin igual. Es lanzarse al vacío, confiando en que nada malo nos pasará, teniendo la certeza de que el Señor nos sostendrá entre sus manos. Cuando creemos, depositamos toda nuestra fe en algo que no vemos, pero que anhelamos fervientemente.
Es allí cuando dejamos actuar el Poder de Dios y Él nos permitirá presenciar eventos maravillosos.
¡Sólo debes creer y verás la Gloria de Dios!
Peticiones de oración
- Que tengamos más fe y menos incredulidad.
- Que podamos lanzarnos en Sus manos, confiando que Dios nos sostendrá.
- Creamos para que veamos la Gloria de Dios