“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Mateo 7:7 RV1960
Cuando era pequeño disfrutaba de las cosas que los niños suelen hacer, como jugar, correr, reír y hacer amigos. Cada momento era aprovechado para la diversión, las salidas a la calle, las visitas a los primos, los paseos, e incluso aun en los momentos de estudiar y hacer tareas.
Nunca olvidaré aquellos años de mi niñez donde aprendí a depender de mis padres, y esta dependencia me hizo amarlos cada vez más, pues su amor los llevaba a preocuparse de mis necesidades y a su lado me sentía protegido y consentido porque lo tenía “todo” pues sabía que si necesitaba algo que fuera verdaderamente importante, podía obtenerlo sólo con abrir mi boca y pedirlo.
Dios es nuestro Padre Celestial, y al igual que un padre terrenal, nos ama y desea lo mejor para nosotros. Su Palabra dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (v.11).
El Señor desea vernos con salud y bienestar, y en su Divina Voluntad nos ha concedido una llave infalible para alcanzar nuestras metas y suplir nuestras necesidades. Jesús, en su tan conocido “Sermón del Monte” nos enseña esta regla de oro y nos garantiza su total efectividad: “Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. (v.8)
Todo hijo busca en sus padres: amor, protección y sustento, ¡Cuánto más podremos hallar si acudimos a nuestro Padre Celestial, pidiendo por nuestras necesidades! El Señor está dispuesto a darte lo que necesitas, si acudes a Él en oración, si lo buscas con un corazón sincero y si lo llamas con fe, convencido en obtener una respuesta. ¡No desmayes!, todo tiene un proceso, y éste empieza con la oración. ¡Dios está esperando que des el primer paso!
Peticiones de oración
- Que seamos como niños, confiando plenamente en la provisión de nuestro Padre
Celestial. - Actuemos con Fe. Pidamos, esperando recibir. Busquemos, esperando hallar.
Llamemos, esperando que las puertas se abran. - Que nada nos robe la bendición. Oremos y acudamos a Dios usando la Regla de Oro.