UN LLAMADO…
Seguramente Abram se encontraba muy cómodo con su familia y sus tiendas en Harán, hasta el día en que Dios lo llamó. Y cuando Dios llama no nos podemos hacer los distraídos.
¿Cuáles eran las tres cosas que Abram tenía que dejar si quería tomar en serio el llamado de Dios? (vs.1).
¿Y cuál era el propósito de Dios al llamarlo? (vs.2 y 3).
¡Flor de llamado! Es que Dios nunca llama a alguien para hacerle perder el tiempo. Cuando Él llama siempre es con un propósito.
Primero, Dios te llamó para que seas salvo, para que recibas vida eterna y perdón de tus pecados. Para que tengas una relación personal con Jesús.
Pero de ahora en más, Él te llama para que te comprometas intensamente con su vida y con su Reino. Y a cambio de tu compromiso Él te promete bendecirte en todas las áreas de tu vida.
Dios te llama, no te hagas el distraído.
UNA RESPUESTA…
No todo fue agradable para Abram, porque hubo algo en lo que él no obedeció completamente las indicaciones de Dios.
¿Cuál fue esa excepción? (12:4-5).
En los próximos capítulos vamos a ver cómo esta decisión poco acertada le acarrearía varios problemas.
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UN ALTAR…
Abram el obediente, continua su viaje y nuevamente se le presenta Dios y le aclara más las cosas. ¿Qué hace entonces Abram? (12:6-7).
Sí, él levanta un altar.
El altar es un símbolo de comunión. Levantas un altar cada vez que te humillas delante de Dios, cada vez que lo adoras, cada vez que lo buscas en oración, cada vez que oras por los demás.
El altar es un símbolo de sacrificio. Dios te pide algo. Dios te está demandando algo. Hay algo o alguien a lo que tienes que renunciar porque afecta negativamente tu vida.
El altar es un símbolo de adoración. Entregas alabanza y adoración. Te inclinas delante de Dios, te arrodillas delante de su Presencia y reconoces que todo lo que eres y tienes, ¡es por Él! Es por el amor con el que te ama, por su perdón, por su paciencia y por su cuidado. Adoras por amor. Te rindes delante de Dios por amor. Y levantas tu altar.
Pero hay algo más. ¿Dónde instala Abram su tienda y qué hace? (vs.8).
¿Sabías que Bet-el significa “Casa de Dios” y que Hai significa “Ruina”?
¡Abram se instaló entre ambos lugares!. Si sus decisiones eran correctas iría hacia “la casa de Dios”, pero si sus decisiones eran erradas lo conducirían hacia la “ruina”. ¿Hacia dónde estás yendo?
UNA ENTREGA…
Dios llamó a Abram para bendecirlo y multiplicarlo. A cambio, él tenía que:
Dejar su tierra: donde practicaban el culto de adoración a la luna.
Dejar a su parentela: todos ellos se asentaron en Harán para continuar la práctica de aquel culto.
Y dejar la casa de su padre: porque Dios quería comenzar algo exclusivamente nuevo con él y con su esposa.
Piensa un poco en ti mismo. Piensa en tus amistades, diversiones, sentimientos, proyectos futuros, pecados, música, hobbys, TV, videojuegos, conversaciones, vicios, sexo… ¿cuáles son las cosas que te están impidiendo seguir el llamado de Dios para tu vida y qué cosas, sí o sí, deberías dejar porque pueden conducirte a la ruina?
“Dejar” no significa volverte “tonto”, “bobo” o “amargado”. Por el contrario, cuanto más lugar le das a Dios en tu vida privada (y pública) más aprendes a disfrutar con libertad de todas las cosas (y personas) que sean sanas y santas. Dios te llamó porque tiene propósitos muy fuertes para ti, pero es necesario que renuncies a todo lo que sea un estorbo entre tú y Él. No son solo los amigos o los lugares a los que asistes las únicas cosas que te puedan estorbar. ¿Y tu manera de pensar? ¿Y las cosas que sientes? Especialmente cuando lo cuestionas a Dios o cuando no quieres obedecerlo en todo.
Seguir el llamado de Dios es mucho más que hacer algo en la iglesia, es estar comprometido con Su santidad todos los días de tu vida.
Escuchar el llamado de Dios y seguirlo te abrirá puertas imposibles y te moverá hacia lugares de bendición para tu vida y tus generaciones.
Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Génesis Edición Extendida»
Por Edgardo Tosoni