“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Isaías 41:10
Cuando era niña, mi madre siempre nos llevaba de vacaciones a la sierra, a la finca de una prima muy querida para ella. Mis hermanos y yo nos maravillábamos de la naturaleza, de los extensos sembríos de maíz, de los caballos y el delicioso clima del valle, pero particularmente llamaba nuestra atención un torrentoso río que bordeaba la hacienda. Sus aguas me atraían profundamente y cada vez, a pesar de las advertencias de mis tíos y mis hermanos, me acercaba peligrosamente a la orilla. Me fascinaba ver las piedritas en las riveras. Recuerdo que una de ellas llamó mi atención por su hermoso color y forma, y al tratar de tomarla con mi mano, perdí el equilibrio y caí en las torrentosas aguas.
Cuando estaba en la profundidad, raramente no sentía temor.
Mi pequeño cuerpo giraba y giraba mientras oía el eco de los gritos angustiados. De repente, sentí un tirón de mi cabello. Mi hermano mayor se lanzó a salvarme poniendo en peligro su propia vida.
Cuando vamos madurando las experiencias nos van enseñando y a travé estas experiencias, sean buenas o malas, nos vamos acercando o alejando de Dios. Él nos advierte constantemente del peligro, a través de Su Palabra; pero cuando nos dejamos llevar por nuestra propia percepción de las cosas, generalmente nos hundimos en un río de angustias. Dios nos da la oportunidad de experimentar el gozo y la belleza de lo eterno, pero escogemos generalmente la belleza de lo efímero. Tristemente replicamos esto en nuestros hijos.
A veces sin quererlo los atraemos a lo vano y perecedero. Cuando somos niños, somos justificados ante una imprudencia, pero cuando somos adultos no hay justificación que valga. Las reglas son claras, el sendero a seguir está trazado.
No te acerques peligrosamente a aquello que te puede hundir. La belleza de la vida está a tu alcance. Pero aún si sientes que has caído, no temas, Jesús está ahí para rescatarte.
Peticiones de oración
- Señor, enséñanos a caminar cada día con prudencia mirándote sólo a ti.
- Señor, que el Espíritu Santo sea nuestro guía para aprender a discernir.
- Señor, que mi corazón tenga la confianza de un niño al saber que estás ahí para
rescatarme si caigo